martes, 14 de enero de 2014

El llanto de Ana

Comparto con ustedes la primera lectura de la misa de hoy martes y un pequeño comentario.

La lectura es del primer libro de Samuel (1, 10-20) : 

"Ana, con el alma llena de amargura, oró al Señor y lloró desconsoladamente. Luego hizo este voto: «Señor de los ejércitos, si miras la miseria de tu servidora y te acuerdas de mí, si no te olvidas de tu servidora y le das un hijo varón, yo lo entregaré al Señor para toda su vida, y la navaja no pasará por su cabeza».


    Mientras ella prolongaba su oración delante del Señor, el sacerdote Elí miraba atentamente su boca. Ana oraba en silencio; sólo se movían sus labios, pero no se oía su voz.


    Elí pensó que estaba ebria, y le dijo: «¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? ¡Ve a que se te pase el efecto del vino!»


    Ana respondió: «No, mi señor; yo soy una mujer que sufre mucho. No he bebido vino ni nada que pueda embriagar; sólo me estaba desahogando delante del Señor. No tomes a tu servidora por una mujer cualquiera; si he estado hablando hasta ahora, ha sido por el exceso de mi congoja y mi dolor».


    «Vete en paz, le respondió Elí, y que el Dios de Israel te conceda lo que tanto le has pedido».


    Ana le dijo entonces: «¡Que tu servidora pueda gozar siempre de tu favor!» Luego la mujer se fue por su camino, comió algo y cambió de semblante.


    A la mañana siguiente, se levantaron bien temprano y se postraron delante del Señor; luego regresaron a su casa en Ramá. Elcaná se unió a su esposa Ana, y el Señor se acordó de ella. Ana concibió, y a su debido tiempo dio a luz un hijo, al que puso el nombre de Samuel, diciendo: "Se lo he pedido al Señor".
 
Hay dos personajes, en verdad tres: Ana, el sacerdote Eli y Dios.


Ana llega al santuario llevando su amargura por no poder tener familia, y desde ese dolor abre el corazón a Dios y suplica. Oración profunda, como la de muchos de los hombres y mujeres de nuestro pueblo peregrino. 

Elí, encerrado en si mismo, siendo sacerdote lo vemos considerando todo superficialmente y creo que la mujer está borracha. Su mala interpretación de la realidad y la falta de delicadeza de preguntar que le pasa, lo lleva a pensar que estaba ebria y la "manda a su casa".

La respuesta de ella es contundente "NO es lo que parece". Le muestra su dolor, y parece que recién allí el corazón de Eli se mueve y llega a profetizar que se iba a cumplir lo que deseaba.

Dios cumple su promesa. Milagro de fecundidad que viene desde el desgarro más profundo del alma de la mujer que logra "robar" la vida nueva. 

Elí, si bien no interpreta en un comienzo lo que pasa por el corazón de la mujer, igual es el mediador de lo de Dios. 

Este texto es una invitación por un lado a no bajar los brazos ni dejar de insistir a Dios desde lo profundo de las entrañas, y por otro lado a tener una mirada desprejuiciada de la realidad, sabiendo que las apariencias engañan, buscando ser más un puente que alguien que separe.





No hay comentarios:

Publicar un comentario